Mis cosicas

martes, diciembre 11, 2007

SERMÓN

Recalé en la Iglesia por puro compromiso: un bautizo. Dentro no hacía ni frío ni calor, la gente era amable, nos entretuvimos cantando dulces melodías y en un momento dado hasta nos dimos fraternales besos, pues no está tan mal esto, ¿por qué será que no vengo nunca?

Tras unas bonitas lecturas de la Biblia comenzó el sermón, la familia, los valores, la unidad... hasta que en un momento dado el buen hombre dijo: "a mi vienen los niños y me dicen, yo es que meriendo solito, PUES NO SE MERIENDA SOLITO, SE MERIENDA CON MAMÁ".

Oido esto a mi me empieza a subir la tensión arterial y la mala leche y me dan ganas de contarle esta bonita historia de amor al párroco: Pepe y María se conocieron, se gustaron y tras un largo noviazgo se casaron (vamos, en cuanto acabaron la carrera, pasaron un tiempo de becarios y por fin consiguieron un trabajo y tuvieron para pagarle al promotor la entrada del pisito). Pepe gana escasos 1.000 euros y María 800 (por eso de que es mujer y tal y hay que ver la de derechos que da el tener un trocito más, por pequeño que sea). Viven en una casita de 70 m2 a 15 km del centro de la ciudad y pagan por ella 800 euros de hipoteca (vamos, todo el sueldo de María).
Cuando nació Pepito, María no fue despedida (que suerte!) porque trabaja en la empresa de un primo suyo, pero tuvo que volver a trabajar a los 4 meses, como marca la ley. A Pepito lo cuidaba de pequeño la suegra de María, que es una bruja pero con tiempo libre, porque no tenían para pagar la guardería y ahora Pepito merienda solito porque si su madre deja de trabajar lo que no va a poder es meredar, y casi que ni comer porque con 200 euros no llegarían ni al día 2.

Pero es que sigue el sermón y entonces el tema es el amor a la vida: "porque yo conozco a un hombre que ama la vida, la ama tanto, que tiene 12 hijos...".
A lo mejor Pepe y María quieren tener familia numerosa, a lo mejor Pepe sueña con tener su propio equipo de fútbol, pero al segundo hijo el primo de María va a empezar a torcer el gesto y al tercero la coneja va a la calle por muy prima que sea, oiga.

Ahora lo recuerdo, por eso no vengo a estos sitios: oigo lo que oigo, me enfado, blasfemo, tengo malos pensamiento, me invade la ira y condeno mi alma inmortal. Casi mejor me quedo en casa.

6 Comments:

At 11:04 a. m., Blogger sonia f said...

Hija, a mi me pasaba lo mismo. Por eso ahora siempre espero sonriente y relajada en el bar de al lado (siempre hay un bar al lado) con mi cervecita o café, dependiendo del tiempo.

 
At 7:02 p. m., Blogger Unknown said...

Eso es un síntoma inequívoco de que aún te importa algo de lo que dice/hace esa gente... culpa de la educación que hemos recibido y de la herencia "cultural" española.
A mí también me pasaba, hasta que alcanzas el estado superior de nirvana conocido como melasoplismo absoluto, según el cual tu mente filtra todas esas gilipolleces sin darle más importancia de la que tienen: ninguna
¿Le darías importancia si esas cosas las dijera Tamara en La Noria? ¿Verdad que no? Pues eso ;-)

 
At 8:43 p. m., Blogger Versión11 said...

Mujer, los curas tampoco son perfectos.
La gente que va a misa no va por oir los sermones de los curas, va por loq ue la misa signifique para ellos.
Y siempre me he preguntado por qué los curas hablan tanto del matrimonio, hijos y parejas si ellos de ese tema saben lo mismo que yo (poco y nada).
Me acuerdo del Cura de mi playa, que hablaba de la sumisión de la mujer al marido... manda huevos. Me tuve que salir porque me daba un soponcio.

 
At 10:17 a. m., Blogger Lsodio said...

Yo me salí de una boda por lo de la sumisión de la mujer al marido... y si soy la novia no me caso!!

 
At 11:55 a. m., Blogger Miguel said...

Pues es lo que tienen que aguantar las futuras esposas en los famosos cursillos prematrimoniales. Algunos siguen anclados en el siglo V.

Peor es cuando alguna maltratada se confiesa: "Padre, que mi marido me pega". "Hija, ten paciencia que los sufrimientos en esta vida te serán recompensados en la otra". En fin, por lo menos algunos curas jóvenes ya tienen otra mentalidad, y además cada vez se les hace menos caso a los viejos carcamales prehistóricos.

 
At 9:14 a. m., Blogger sonia f said...

Hace unos días tuve que ir a un funeral. El tipo se cubrió de gloria, cada diez segundos o así decía MUERTE, con voz cavernosa y mucho énfasis.
Coño, que si quería dar consuelo, yo creo que le salió al revés. Como en muchas profesiones, deberían pasar un psicotécnico.

 

Publicar un comentario

<< Home